No comeré eso, Pinky Doe—Iguana azul

Mi nombre es Naomi. Tengo 17 años. Soy de Chelsea, pero mi familia es de Honduras y El Salvador. Recuerdo que hace unos años, durante la Pascua, mi tío compró una iguana y la cocinó en un guiso a base de coco. En Honduras, el país de origen de mi familia, nos gusta comer iguana para cualquier tipo de comida, ya sea cocinada en estofado o arroz. Nunca comí iguana porque tengo demasiado miedo, ya que me recuerda demasiado a un lagarto, a una mascota. Yo nunca querría ser una iguana porque me asustaría, pensaría que todos los días alguien me va a cazar y voy a ser la cena de alguien. Creo que el encuentro más loco que tuve con una iguana fue cuando mi tío trajo a casa para las fiestas y trataron de engañarme para que me lo comiera diciendo que era pollo y casi lloro.